8.4.13

Nomenclatura de Tuluá es un desorden


Redacción Tuluá
El Periódico

La denuncia fue hecha ante el Concejo Municipal  por el veterano periodista José Figueroa Castro, quien dijo que es una pena que nuestra ciudad esté tan abandonada, que ni siquiera nuestras calles por las que nos conducimos en el día a día, tengan una buena señalización  y éste es un grave problema. 
Por su parte, el Director del Departamento Administración de Planeación Municipal Gerson David Lozano Rolon, explicó que: “ La necesidad de renovar y actualizar la nomenclatura del Municipio es un elemento básico para la toma de decisiones de planificación urbana y por ello se entiende la preocupación con respecto a este tema”, tras denunciar que: “Dentro de los términos de oferta y demanda del municipio, éste ha presentado un crecimiento urbano acelerado, dando como consecuencia la implantación urbana de nuevos barrios. Este crecimiento, que para el Municipio es beneficioso, ha traído consecuencias negativas en cuanto a la nomenclatura del mismo, ya que se presentan casos de subdivisión de manzanas alterando la secuencia de la nomenclatura o casos en los que la transición de las vías entre barrios no es la adecuada para la referenciación predial, como por ejemplo, en los barrios Guayacanes, Buenos Aires, Entre Ríos y Bosques de Maracaibo”. 
Precisó que: “la solución es clara: adjudicación de la contratación de personal especializado para el desarrollo del estudio e implementación de la nomenclatura del Municipio, donde se establezca una nomenclatura consecuente y pensada a futuro del crecimiento urbano del Municipio. Sin embargo, este proceso tiene como adversidad principal para lograr el objetivo, los altos costos del estudio e implementación que acarrean para el Municipio, máxime que el mismo presenta actualmente temas primordiales que deben ser atendidos de manera inmediata, además de que la información generada debe ser consecuente con las bases de datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi”.                                  .                                                                    • Ante esta situación de falta de recursos para la implementación de la nomenclatura, el historiador Omar Franco Duque, advirtió que como están las cosas en este gobierno, nos van a volver al pasado cuando en vez de nomenclatura, lo más cómodo era llamar las calles de Tuluá por la forma, por alguna actividad que se realizara en sus alrededores o por sus características. Recordó que a la calle 25 se le conocía como la calle de las olas por la forma irregular que tenía, porque más parecía un tobogán.  Por su forma irregular, a una de estas calles de Tuluá se le llamó Patemono; y a otra se le conocía como la calle de la escopeta, que actualmente corresponde a la carrera 24A entre calles 29 y 30, en el tradicional barrio Sajonia. Asimismo, los tulueños en su picaresca, decidieron que un sector importante de la pequeña villa se llamara la Calle del Dolor, porque hasta hace aproximadamente veinte años se caracterizaba porque en sus alrededores había varias “dentisterías” o consultorios odontológicos, mucho antes de que aparecieran las clínicas especializadas que acabaron definitivamente con esta tradición.
• La Calle del Dolor en la calle 28 entre carreras 23 y 25, muy cerca de la Plaza de Mercado. En ese sitio se les daba la opción a los pacientes de escoger si la extracción de la muela se hacía con dolor o sin dolor, dependiendo de su capacidad económica.
• Muy cerca de lo que hoy se conoce como el barrio Alvernia, existía la Calle de Cantarrana, en cuyas inmediaciones corría el río Morales inundando los terrenos adyacentes, en donde abundaban las ranas y los sapos “cancioneros”.
• Según Franco Duque, no sólo a las calles se les daba nombres pintorescos, sino que las familias eran más conocidas por los apodos o por nombres "cariñosos", que les imponían por su forma de ser, por su caminado o por alguna característica física.
• Hoy aún se recuerda a Los Calvitos, que era la familia Victoria; Los Mil Hojas; Los invasores; Los Israelistas y Los Culihuecos, entre más de sesenta apodos que quedaron entre los recuerdos de las calles empedradas de la Tuluá de entonces.