5.7.10

Escuelas campesinas de agroecología

Redacción Tuluá
El Periódico

Desde hace diez años, en el centro del Valle del Cauca, un grupo de soñadores campesinos, amantes y respetuosos del medio ambiente, decidió agruparse en 30 escuelas agroecológicas con el fin de proteger la naturaleza.
Estos grupos, trabajan de manera organizada y su lema es no utilizar agroquímicos en sus procesos productivos.
La iniciativa nació a mediados de los años 90 en la vereda Alaska, en Buga, en donde el antropólogo, Guillermo Castaño Arcila, del Instituto Mayor Campesino, IMCA, empezó a desarrollar diferentes proyectos con esa comunidad, ante la necesidad de recuperar los saberes y las semillas que a lo largo de los años habían conservado esos campesinos.
Luego, el fenómeno se fue extendiendo por toda la región y hoy las escuelas campesinas de agroecología, funcionan en Tuluá, Buga, Andalucía, Bugalagrande y Sevilla, asimismo, en Trujillo, La Unión, Riofrío, Roldanillo, Yotoco y Palmira.
Según el ingeniero agrónomo, Fernando Álvarez Ramírez, quien capacita y asesora a estos pequeños agricultores, una de las escuelas que mejor ha hecho su tarea es la de San Rafael, en Tuluá.
En ese corregimiento, enclavado en la cordillera Central, trabajan muy unidas 20 familias en la siembra de hortalizas, caña panelera y plantas medicinales.
Además, desarrollan pequeños proyectos productivos en la cría de pollos, cerdos, gallinas y levante de alevinos.
En esas parcelas, se cultiva plátano, maíz, yuca, mora y tomate orgánico, entre muchos productos, libres de agroquímicos, que se venden todos los sábados, a buen precio, en los mercados campesinos de la región.
En las escuelas campesinas de agroecología, cada uno de estos custodios de semillas tiene una función específica.
Por ejemplo, el “aguador”, es quien se encarga de la protección del agua y de los nacimientos; el “pacho”, en homenaje a San Francisco de Asís y a la Pacha Mama, quien tiene la responsabilidad de cuidar los suelos y de la prevención de problemas erosivos, volcamientos y de evitar el envenenamiento de la tierra. El “chabarí”, es quien maneja el fondo de solidaridad de esas comunidades; el “custodio de semillas”, se responsabiliza de la conservación de la agrobiodiversidad, tanto en animales como especies vegetales, se encarga además de la reproducción de las semillas y de compartirlas entre los demás miembros de las escuelas agroecológicas.
El “yerbatero” tiene el cuidado y la producción de las plantas medicinales para que contribuyan con la salud de la comunidad. “Ya aprendimos a hacer champú, cremas, expectorantes, jabones y hasta crema dental y para la piel”, dijo don Pedronel Moreno, propietario de la finca el Carbonero quien además es el coordinador de la escuela campesina de agroecología de San Rafael.
El “curioso”, es quien experimenta con las semillas nuevas y una vez conoce sus resultados las implementa de manera masiva.
Otro de los personajes de estas escuelas es el “duende”, el historiador, el encargado de recuperar la tradición oral de la comunidad, “porque una comunidad sin historia y sin cultura es muy difícil que haga una propuesta de desarrollo sustentable”. En estas escuelas se elaboran abonos orgánicos, se hace la planificación de las fincas, se cuenta con bancos de abonos, se construyen los viveros, se trabaja en la recuperación de la semillas mejoradas y la gallina criolla”, dijo Fernando Álvarez.
Por eso, don Pedronel, quien además produce panela orgánica en un pequeño trapiche, dijo que desde que abona sus cultivos con productos orgánicos, preparados por él mismo, a base de cal, tierra, ceniza y micorrizas, los resultados saltan a la vista, porque además de contribuir con la economía familiar está ayudando en la conservación del ecosistema.
Precisamente, la caña que siembra este campesino de 64 años en su predio y que utiliza en la elaboración de panela orgánica crece a base de ese abono que se denomina “bocachi”. También evitan los fungicidas y los agroquímicos, pues, utilizando plantas de diferentes colores y aromas, repelen los insectos y hacen control de plagas a la vez que descontaminan las fuentes hídricas.